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miércoles, 25 de junio de 2014

Los extraterrestres le explicaron a John como era su planeta últimamente, después de haber sido destruido por la contaminación y otros problemas naturales. Habían perdido sus dos soles y una de sus lunas, por un mal aprovechamiento de los mismos.

Los extraterrestres le explicaron a John como era su planeta últimamente, después de haber sido destruido por la contaminación y otros problemas naturales. Habían perdido sus dos soles y una de sus lunas, por un mal aprovechamiento de los mismos.


 Según la “Paradoja de Fermi”* (postulada en el año 1950), sí realmente los extraterrestres nos están visitando,… ¿Por qué no somos capaces de verlos? ¿Existen efectivamente ó bien se trata de una quimera inventada por gente fantasiosa? Y mi respuesta es la siguiente: Desde luego que sí existen y sin ninguna duda, visitan la Tierra desde, posiblemente, mucho antes de que los seres humanos tomaran conciencia de su lugar en este planeta. 


Llegado a este punto… ¿Qué podemos destilar de teorías como la de Fermi?: Ignorancia, pura y dura. Y tal vez, si este eminente científico hubiese tenido la curiosidad de analizar el “Incidente de Roswell” acaecido en el año 1947 su punto de vista hubiese cambiado literalmente. Tristemente, la miopía, y en la actualidad, la cobardía manifiesta de los científicos en la Tierra esté haciendo un daño de consecuencias impredecibles a medio-largo plazo. Los seres humanos piensan erróneamente, que estos hombres de ciencia son los guías infalibles del conocimiento científico, pero en realidad constituyen una parte esencial del problema: La ocultación del fenómeno extraterrestre a la gran mayoría de los seres humanos, bien por acción ó por omisión.


(* La paradoja de Fermi es la contradicción entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de existencia de civilizaciones inteligentes en el universo, y la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones. Surgió en 1950 en medio de una conversación informal del físico Enrico Fermi con otros físicos del laboratorio pero ha tenido importantes implicaciones en los proyectos de búsquedas de señales de civilizaciones extraterrestres (SETI).
Trata de responder a la pregunta: « ¿Somos los seres humanos la única civilización avanzada en el Universo La ecuación de Drake para estimar el número de civilizaciones extraterrestres con las que finalmente podríamos ponernos en contacto parece implicar que tal tipo de contacto no es extremadamente raro. 

Enrico Fermi
La respuesta de Fermi a esta conclusión es que si hubiera numerosas civilizaciones avanzadas en nuestra galaxia entonces « ¿Dónde están? ¿Por qué no hemos encontrado trazas de vida extraterrestre inteligente, por ejemplo, sondas, naves espaciales o transmisiones?» Aquéllos que se adhieren a las conclusiones de Fermi suelen referirse a esta premisa como el Principio de Fermi.
La paradoja puede resumirse de la manera siguiente: La creencia común de que el Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es paradójica sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o incompletas. Fuente: wikipedia  http://es.wikipedia.org/wiki/Paradoja_de_Fermi)


Decir, que personalmente he visto en ciertas ocasiones (al igual que otros miles de personas en todo el mundo) esas naves de origen extraterrestre volar y siento cierta tristeza  porque intuyo que los seres humanos estaríamos retrasando innecesariamente ese destino que otras civilizaciones, en otros planetas, ya decidieron: Integrarse voluntariamente en una comunidad mayor de planetas, civilizaciones que por lógica colaborarían pacíficamente; que intercambian tecnología y descubrimientos científicos con el único fin de evolucionar “positivamente”. En el futuro, cuando llegue ese momento y los seres humanos miren hacia atrás, y de algún modo señalen a ciertos personajes egoístas que por todos los medios  han estado ocultando la presencia extraterrestre; cuando llegue ese momento crítico, los seres humanos comprenderán que no se debe malgastar el tiempo cuando las posibilidades que se brindan para cualquier raza, son mayores, tal vez infinitas si pensamos en los conocimientos que civilizaciones millones de años más desarrolladas que la terrestre, pudieran aportar.

Antonio Ribera Jordá
Pero dejando por un momento estas reflexiones, señalar que en esta nueva entrada al blog he “rescatado” del libro Secuestrados por Extraterrestres, de Antonio Ribera (decano en el estudio ufológico español), una abducción dada en Aveley, Gran Londres. Este hecho sucedió cierta  noche de 1974, cuando una familia inglesa,  volvía a casa en su coche después de haber visitado a familiares cercanos a su domicilio. Fue entonces, cuando inesperadamente, atravesando una espesa niebla de color verde y sin saber exactamente el modo, se hallaron dentro de una especie de hangar, una nave extraterrestre tripulada por seres altos, de iris rosados, quienes les sometieron a los muy citados exámenes médicos dados en las abducciones. Según narraron bajo hipnosis meses después tres de los cinco componentes de la familia Avis, durante el “examen médico” al que fueron sometidos, habrían intervenido a modo de “ayudantes médicos” extraterrestres de una raza diferente a quienes, en apariencia, gobernaban la nave.


Destacar que los “extraterrestres altos” mostraron a la familia Avis, mediante proyección de imágenes, su mundo del cual procedían; planeta que ya en el pasado terminó siendo destruido por la contaminación y otros agentes naturales. Debido a ello, sus dos soles así como una de sus lunas habrían desaparecido y tal vez, en aquel mensaje de su propia experiencia, se halle implícita una recomendación  a quienes habitamos la Tierra: La destrucción sistemática de nuestro planeta por la explotación descontrolada de los medios naturales. El desprecio hacia lo racional por parte de los seres humanos, obviando las consecuencias de nuestros actos, sembrando de contaminación la Tierra como legado para generaciones venideras y donde tal vez, los niños, se  encuentren como herencia recibida un “planeta irrecuperable”  debido principalmente a la ambición desmesurada de ciertos personajes sin escrúpulos “insaciables acaparadores de riquezas materiales”.




Del libro Secuestrados por extraterrestres, de Antonio Ribera

AVELEY: ABDUCCIÓN EN EL GRAN LONDRES

“¿Pero es que no suceden casos de abducción en Europa?”, se preguntará más de un lector. «Hasta ahora, Antonio Ribera nos ha relatado más que casos norte y sudamericanos.»
Sí, en Europa también tenemos casos de abducción como tenemos millares de observaciones de ovnis, cientos de casos de «encuentros cercanos del tercer tipo». Toda la panoplia del fenómeno ovni», como dice Bertrand Méheust pero refiriéndose a la extraña aparición de ovnis y humanoides avant la lettre en oscuras obras de ciencia-ficción principios de siglo- está presente en Europa, abducciones incluidas.




Debo la gentileza de Andrew Collins poder relatar aquí In extenso el notabilísimo caso de abducción de Aveley, totalmente desconocido en nuestras latitudes. Andy fue el principal investigador del caso -que aún no está cerrado, me escribía en carta reciente-, y a él se deben la serie de artículos publicados en la Flying Saucer Review, vol. 23, núm. (Abril de 1978), y vol. 24, núm. 1 (junio de 1978).
Este caso, el más importante, probablemente, de todos casos británicos, según Collins, sucedió en el otoño de 1974, pero no fue sacado a 'la luz hasta agosto de 1977. Esto sólo ya le confiere cierto parecido de entrada con el caso Hill. Tuvieron que transcurrir casi tres años para que los testigos decidiesen «quitarse de encima» aquel peso que les agobiaba, y relatar aquel incidente que, según dicen, les ocurrió una noche, mientras circulaban en automóvil por carreteras rurales cerca de la población de Aveley, en Essex, tan sólo a 13 millas (casi 21 km) de la ciudad de Londres, dentro del área que hoy se conoce por Gran Londres.

Aveley
Es preciso mencionar otro punto de contacto con el caso Hill: también se trata de un “viaje interrumpido”. Al llegar a su casa, los testigos del caso constataron que les faltaban tres horas: es decir, que habían llegado tres horas más tarde de lo previsto, sin que supieran de momento dónde habían estado en aquel tiempo.
Había que ir, pues, a la recherche du temps perdu. De esto se tendría que encargar Andrew Collins, con la ayuda de los doctores Leonard Wilder y Bernard Finch. Collin se enteró de la existencia del caso hablando por teléfono con un colega suyo, perteneciente a un grupo ufológico local en agosto de 1977. Su colega le dijo que una persona de Aveley se había puesto en contacto con su grupo unos meses antes, para comunicarles que después de ver un ovni de noche desde su coche, había encontrado una «niebla» verde en la carretera. Luego, al llegar a su casa, se dio cuenta de que le faltaban tres horas.
Hasta entonces, los intentos de los miembros del grupo por entrar en contacto con aquella persona habían sido infructuosos. El amigo de Collins dio a éste el nombre, dirección y número del teléfono del testigo en cuestión, por si quería él encargarse del caso. Sin pérdida de tiempo
Andrew Collins llamó a dicha persona, quien le citó en su casa de Aveley (Essex) para el día siguiente, domingo 15 de agosto de 1977. Collins invitó a acompañarle en esta primera entrevista a su colaborador en investigaciones de campo, Barry King.

Londres - London
Al día siguiente y a la hora convenida ambos investigadores se presentaron en la casa de Aveley, un típico cottege inglés casi completamente aislado de otras casas. Encontraron allí a la familia Avis (Sus verdaderos nombres son John y Sue Day, pero aquí seguiré empleando los seudónimos de John y Elaine Avis, utilizados por Collins en la FSR.), una familia completamente normal, compuesta de personas sencillas y cordiales, típicas del East London. La familia estaba formada por John, de 32 años, su mujer, Elaine, de 28, y sus tres hijos: Kevin, de l0, Karen, de 11, y Stuart, de 7 (edades, naturalmente en agosto de 1977). Como Collins y King habían de saber con estupefacción, al parecer se trataba de una abducción de toda la familia, ·coche inclusive. Pero no adelantemos los acontecimientos. John y EIaine eran naturales de Stratford, localidad del East End londinense. John había estudiado en la escuela secundaria de Forest Gate, pero no estaba muy satisfecho con la educación recibida. Abandonó la escuela a los quince años para aprender un oficio. Como tenía gran aptitud para los trabajos manuales, estuvo cinco años como aprendiz de carpintería y construcción. Desde entonces, John tuvo más de treinta empleos distintos, casi todos ellos relacionados con la carpintería y la construcción. Además de su trabajo diurno, John había sido disc-jockey por las noches.
Lo que más le interesaba era la construcción, y tenía un espíritu muy creativo e independiente. Le desagradaba tener  que someterse a trabajos con horarios fijos.

Pese a las deficiencias que presentaba su educación, John era un hombre muy inteligente, con ideas muy claras y definidas sobre diversos aspectos y cuestiones de la vida. Expresaba sus conceptos y sentimientos con claridad, y haciendo gala de un vocabulario muy amplio, sin perder por ello su acento, su humor y sus opiniones, propias de un londinense típico. Aborrecía la burocracia, los esnobs y los ricos.

En cuanto a su esposa, EIaine, Collins y King la encontraron una mujer tranquila y reposada. Pasó por una escuela superior femenina, de la que salió a los dieciséis años para aceptar un empleo de contable, que había dejado once años atrás para casarse. A partir de entonces se convirtió en mujer consagrada totalmente a su hogar, su marido y sus tres hijos, muy activos y llenos de vitalidad.

Essex
El incidente

El sábado 27 de octubre de 1974, John, EIaine y los niños fueron a visitar a los padres de EIaine, que vivían en Harold Hill, también en Essex. Como había que pasar a recoger a Anne, hermana de Elaine, a la escuela, John y su suegro fueron a buscarla en coche. Anne había ido con las demás niñas de la escuela en un viaje organizado a Bélgica, y aunque que tenía que estar de vuelta en el colegio a las 5 de la tarde, se retrasó y no llegó allí hasta las 9. Esta demora no resulto conveniente para John, pues quería estar de vuelta en su casa a las diez y veinte de la noche, para ver una comedia que daban a esa hora en la televisión.

Hornchurch
Después de llevar a Anne a su casa, la familia Avis partió de Harold Hill alrededor -de las diez menos diez de la noche. Esto les daba tiempo suficiente para llegar a casa y ver la comedia, porque el viaje no les requeriría más de veinte minutos, en circunstancias normales. Tomaron entonces por la ruta más directa, al sur de Hornchurch y siguiendo Hacton Lane.

Vauxhall  (modelo Victor Estate)
La familia Avis viajaba en su coche, un automóvil blanco marca Vauxhall y modelo Victor Estate. Dos de los niños Karen y Stuart, iban dormidos en el asiento trasero. Kevin iba despierto y mirando por la ventanilla. Hacía buen tiempo, una hermosa noche muy clara, seca y de temperatura suave. La radio estaba sintonizada a una emisora local, que daba una entrevista, John comentó que le extrañaba la densidad de tráfico en Hacton Lane, Habían dejado la población de Hornchurch cosa de una milla (1600 metros) atrás y seguían en dirección al sur. A su izquierda tenían alguna que otra casa con terraza, y campos bordeados por altos setos a su derecha.
De pronto, Kevin llamó la atención de sus padres hacia una luz que veía por encima de las casas. Volviéndose, John y EIaine pudieron ver, a unos 25 o 30 grados de altura sobre el horizonte, una luz de un azul pálido iridiscente y forma ovalada, semejante a una «gran estrella» sobre las casas de su izquierda: Aquella posición correspondía al oeste. No pudieron estimar la distancia entonces, pero les pareció que no estaría a más de 500 m, aunque es preciso observar que estas apreciaciones subjetivas de distancias sin puntos claros de referencia son siempre muy arriesgadas.

La “gran estrella” parecía viajar en la misma dirección que el coche, y lo «acompañó» hasta un lugar de la carretera donde ésta recibe ya el nombre de Aveley Road. Allí, después de un repecho, la carretera desciende bruscamente, y los Avis dejaron de ver a la «estrella». Con toda honradez hay que observar aquí que existe la posibilidad de que lo que hubiesen estado viendo los testigos fuese Venus, por la posición señalada y a causa de un efecto óptico normal que muchos automovilistas habrán observado. Al ser la distancia de Venus -o Júpiter, o la Luna- prácticamente infinita respecto al observador, éste ve correr muy rápidamente hacia atrás los árboles y casas del borde de la carretera, que están muy próximos, mientras Venus -o la Luna, o Júpiter- parecen correr también, pero acompañados del automóvil.
Con esto no pretendo decir que lo que vieron los AVIS fuese uno cualquiera de estos astros- y menos teniendo en cuenta el desarrollo ulterior del incidente-pero es una posibilidad que, honradamente, no puede descartarse la poca altura sobre el horizonte, además, aumentaría el tamaño del astro por refracción a través de las capas más bajas y densas de la atmósfera, variando asimismo su coloración.


Pero sigamos relatando el incidente, después de coronar el repecho, la carretera dobla hacia la derecha. Siguieron por ella cosa de una milla más, hasta llegar a una nueva curva a la derecha. En el momento de tomarla a 30 millas por hora (unos 50 km/h), todos tuvieron una sensación terriblemente angustiosa. El único sonido que se oía era el de la radio. Así que salieron de la curva, y después de rebasar unas casas con terraza que tenían a su derecha y un camino rural entre setos a su izquierda, todos vieron, a menos de 30 m por delante y de parte a parte de la carretera, una espesa «niebla», o «gas», o “bruma” (fog). Era verde, muy espesa y formaba como un muro de unos 2,50 m de altura (8-9 pies). Por el lado izquierdo limitaba con unos tupidos arbustos, mientras por la derecha parecía descender en una suave curva hasta el suelo, detrás de la línea de árboles muy espaciados que había en aquel lado. La parte superior del muro de niebla era plana, y su parte inferior tocaba el firme.



Así que los ocupantes del coche vieron la niebla, la radio empezó a tener interferencias  y a humear, y John entonces la desconectó. Todas las luces del automóvil se apagaron, y este se metió en la niebla, a la velocidad antes indicada de 30 millas. Elaine recordó que el coche se bamboleaba violentamente cuando la niebla los rodeó; era una niebla muy distinta a cualquiera que hubiesen encontrado antes, ¡y ellos, como ingleses, eran «expertos» en nieblas!

Los vidrios de las ventanillas estaban alzados, Kevin se había puesto de pie en el suelo del coche detrás de sus padres, y los otros dos niños seguían dormidos. El interior de la “niebla” era muy luminoso, y los tres ocupantes despiertos del coche sintieron mucho frío. También experimentaron un curioso hormigueo. Reinaba un silencio de muerte. Pero todo se hizo nebuloso, y no podían recordar nada más... ni siquiera si el coche seguía moviéndose.

Pasados lo que les parecieron un par de segundos solamente, salieron de la niebla. Al mismo tiempo sintieron una sacudida como cuando un automóvil pasa por encima de un puente rural con cresta en medio». Acto seguido la niebla desapareció. Según John, el coche se encontraba entonces media milla más adelante (800 m) en la misma carretera que seguían. En el recuerdo de John, este momento es muy confuso, pero aseguró que estaba plenamente consciente y al volante del coche, que entonces circulaba a través de un bosque llamado White Post Wood.


Los primeros recuerdos de Elaine se sitúan cosa de media milla más adelante, poco después de pasar un puentecito y en otra zona de bosque conocida por el nombre de  Running Water Woods.
Ambos dijeron que el frío ya había cesado y que el coche funcionaba normalmente, excepto la radio, que seguía desconectada. No tenían la mente muy clara mientras seguían hacia su casa, pero sí recordaban que Kevin continuaba despierto, y los otros dos niños dormidos. Elaine recordaba vagamente que la luz interior del coche estaba encendida, y también que preguntó: «¿Estamos todos aquí?» John y Elaine pensaban que hablaron de la niebla pero no lo recordaban claramente. Ambos estaban muy nerviosos y asustados, aunque no hubo efectos desagradables posteriores.
Al llegar a su casa, John volvió a conectar la radio del coche, y comprobó si funcionaban las luces. Karen y Stuart seguían dormidos, y sus padres los subieron en brazos al dormitorio. Entonces Elaine quiso ver la hora, y se alarmó mucho, porque el reloj, que tenía que marcar aproximadamente las 10 y veinte, indicaba la una de la madrugada. Esto también preocupó mucho a John, y además le disgustó, porque se había perdido la comedia televisada. Elaine creía haber telefoneado al servicio telefónico de la hora pero no podía asegurarlo.
Comprendieron entonces que había tres horas perdidas para las que no encontraban ninguna explicación.
No tenían ni la más remota idea de lo que había ocurrido en aquellas tres horas. Llegaron a la conclusión de que más les valía olvidarlo, y no volver a mencionarlo jamás. Pero no habían pasado aún veinticuatro horas, cuando el extraño incidente volvió a ser mencionado. Elaine telefoneó a su madre al día siguiente, y entre otras cosas le habló de la «luz» y de la niebla verde, pero no de las tres horas perdidas. John tenía que haber ido a trabajar al día siguiente, pero resolvió no ir, pues permaneció en la cama hasta las once de la mañana. Los únicos efectos apreciables en John y Elaine era un gran cansancio, lo que por otra parte ya era de esperar. Los tres niños fueron a la escuela como siempre, y parecían hallarse tan campantes.


¿Posibles consecuencias del incidente?

Después del extraño incidente, varios cambios notables se registraron en todos los miembros de la familia Avis. Aunque quienes más los acusaron fueron John y Elaine, sus hijos también los manifestaron. Además de esto, empezaron a pasar «cosas raras» (desapariciones de objetos, puertas que se abren y se cierran solas, olores como de “espliego” que de pronto llenaban la casa, etc.). Los datos que siguen proceden de varias entrevistas realizadas por Andrew Collins a los testigos de agosto a diciembre de 1977 Poco después del incidente, John sufrió una depresión nerviosa sin causa, aparente alguna. Debido a ello, John tuvo que dejar su empleo y no volvió a trabajar hasta el mes de setiembre del año siguiente, 1975, en que le llegó un trabajo «caído del cielo». Era algo que deseaba desde hacía años. Consistía en trabajar con subnormales. El se sentía por entonces con mucha mayor confianza en sí mismo, pero eso acaso se debiese a que ya se había repuesto de su prolongada depresión nerviosa. Mantuvo su empleo hasta julio de 1977, en que lo dejó por diferencias con la gerencia. A partir de entonces se dedicó a trabajar por su cuenta en una labor creadora, con la esperanza de hacer carrera como profesor de artes y oficios.

Ya partir de noviembre de 1974, John empezó a escribir poemas sobre la vida, siguiendo la inspiración del momento Elaine también adquirió mayor confianza en sí misma y a partir de setiembre de 1975 empezó a asistir a clases en la universidad, algo que había ambicionado durante toda su vida. En cuanto a Kevin, que estaba bastante atrasado en la escuela, mejoró de pronto y se convirtió en uno de los primeros de la clase.
A raíz del encuentro, John, Elaine, Kevin y Karen dejaron de comer carne, y en la actualidad ni siquiera soportan su olor. John y Elaine se toman muy en serio esta actitud, pues opinan que no se deben matar a los animales para comérselos. Ambos (y en especial John) se esfuerzan
por convencer a quienes les rodean para que abandonen sus hábitos carnívoros. Stuart es el único miembro de la familia que sigue comiendo carne. John y Elaine admiten que en ciertas ocasiones han llegado a probar carne y pescado, pero su simple sabor les pone ahora enfermos.
También tienen mucho cuidado en no ingerir alimentos que lleven colorantes, aditivos u otras sustancias artificiales. Su cocina es prácticamente naturista. A esta actitud se une lo que pudiéramos llamar una viva consciencia ecológica. Creen que el hombre está destruyendo el medio ambiente, por mala utilización del mismo y por la contaminación. Y si el matrimonio gustaba de tomarse “unas copitas” de vez en cuando antes del incidente, después del mismo apenas si prueban el alcohol. Sólo en ocasiones especialísimas se permiten alguna copa.

Poco antes de las Navidades de 1974, John, que hasta entonces es había fumado de 60 a 70 cigarrillos diarios, dejó de pronto de fumar. No ha fumado ni un solo pitillo desde entonces, y le molesta el olor del tabaco. Elaine no había fumado nunca. Tanto John como Elaine piensan que la gente usa y abusa de los médicos y de las medicinas.
Ellos han dejado de tomarlas completamente. Ni siquiera aspirinas. Sólo algunas  tabletas de sales. Esto es todo. Pueden apreciarse otros pequeños cambios en John, según Andrew Collins. Uno de ellos es una personalidad más fuerte y una actitud más persuasiva. Por otra parte, John evita todo impulso de gritarles a sus hijos, hablándoles siempre suavemente.

Fobos
Incidentes “keelianos”

En el  entorno de la pareja se produjeron, después del incidente algunos sucesos de corte típicamente «keeliano»; es decir, de los que gusta de reseñar el escritor norteamericano John Keel, gran investigador de lo insólito. John y Elaine hablaron a Collins de extraños seguimientos a cuenta de tres automóviles, siempre los mismos; de la supuesta «vigilancia» a que se les .sometía desde otro coche aparcado frente a su casa; extrañas llamadas telefónicas, sin que hubiese nadie al otro extremo de la línea; una respiración jadeante oída mientras Elaine hablaba con otra persona por teléfono, como si alguien estuviese escuchando la llamada, etc.

Una noche no precisada de 1975 o 1976, Kevin asegura que vio a un «hombre» de pie junto a su cama, vestido de payaso. Recuerda que iba todo de blanco. No se acordaba de más detalles.

Conocimientos ufológicos de la familia

John y Elaine, cuando eran novios, vieron un ovni desde una playa de Essex. En 1968, yendo en coche con otra tres personas, John vio su segundo OVNl... que provocó una colisión en cadena de varios coches en la autopista M1 cuando varios automóviles se quedaron de pronto sin luces y con el motor parado, a consecuencia de un posible “efecto EM” (electromagnético) causado por el ovni. Y  poco antes del memorable incidente del 27 de octubre de 1974, yendo John en su coche por la misma Aveley Road donde aquél se produjo, vio un avión de línea seguido por un enorme cilindro plateado mate. Naturalmente, estas pocas «luces en el cielo» espolearon hasta cierto punto curiosidad de la familia por el tema. Sin embargo, ninguno de sus miembros había leído libros sobre ovnis o fenómenos relacionados con ellos, antes del incidente. Vieron el programa Out of this world (Fuera de este mundo), presentado por la BBC por su primer canal de televisión, en mayo de 1976. Este programa mencionaba un encuentro
que tuvo lugar en Winchester poco antes, y una charla a cargo de Charles Bowen, director de la Flying Saucer Review, en que éste relató el famoso caso de Antonio Vilas Boas. Ambos podían ser la fuente de información, aunque luego, al exponer detalladamente el caso AVIS, veremos que esto es muy improbable. . . .
Unos cuantos años antes, la familia también vió un programa en el que se exponían las teorías Erich von Däniken. En diversos momentos de la entrevista, Collins preguntó a ambos cónyuges si conocían la Flying Saucer Review, la BUFORA (British UFO Researh Association), el caso Adamski, el caso de Betty y Barney Hill, o cualquier otra publicación ufológica periódica. A todo ello contestaron negativamente. Collins sacó la impresión de que sus conocimientos sobre el tema eran muy limitados. Y con posterioridad a la entrevista, y hasta la publicación de la misma (1978), John no habla leído nada sobre ufología, salvo hojear algún número de la FSR, pero de manera muy superficial.

Los sueños y la regresión hipnótica apuntan hacia una abducción.

Durante las primeras entrevistas, Collins preguntó a la pareja si habían tenido algún sueño raro o recurrente después de su. Ambos respondieron afirmativamente, y ello dio a los investigadores los primeros atisbos de lo que pudo haber ocurrido durante las tres horas “perdidas”. Tenemos aquí otro rasgo común con el incidente Hill. John declaró que recordaba algunos «flashes» de sueños muy raros. Lo primero que dijo es que recordaba que lo estaban operando, o «algo parecido», unos «gnomos» o seres pequeños  y “feos”. Otro «flash» que tuvo se refería a alguien que le tocaba las cicatrices del pecho y que le hacía diversos tests. Elaine, por su parte, dijo que recordaba un “sueño” en el que se veía tendida sobre una mesa plana y ancha, como la de quirófano. Se sentía incapaz de moverse ni de hablar. De pie junto a ella había una «persona» de pequeña estatura cubierta por una bata blanca. Esto era todo cuanto podía recordar.

Estos importantes «destellos», junto con lo que sabían de su «viaje interrumpido» y de la niebla verde, indujeron a Collins y King a buscar el concurso de un hipnólogo, para efectuar unas sesiones de regresión. Charles Bowen puso a su disposición el cuadro de asesores de la Flying Saucer Review, entre los que figuraban varios médicos. El elegido resultó ser el doctor Bernard E. Finch, que ejercía la medicina general, quien se puso en contacto telefónico con Collins para decirle que el hipnólogo sería el doctor Leonard Wilder,  un odontólogo y cirujano que durante veinte años había utilizado la hipnosis para investigar la reencarnación.

El doctor Wilder había escrito un libro sobre este tema en colaboración con el parapsicólogo Peter Underwood, titulado Lives to remember (Recordando otras vidas), publicado por Robert Hale en 1975. Collins se puso de acuerdo entonces con el doctor Wilder para celebrar una sesión de hipnosis en la residencia del doctor Finch, el sábado 25 de setiembre de 1977.

La segunda entrevista

Tras la primera entrevista, quedaron muchas preguntas sin contestar y muchos cabos sueltos, y Andrew Collins consideró necesario celebrar otra entrevista con los Avis antes de la sesión de hipnosis. Esta segunda entrevista se celebró el lunes 19 de setiembre. Después de repasar todo lo concerniente al viaje y la niebla, junto con otros puntos particulares, Collins abordó de nuevo el tema de los sueños que habían tenido John y Elaine.
Ella dijo que a la sazón recordaba más cosas, y manifestó que se acordaba de haberse visto a sí misma, acompañada de John y Kevin, los tres de pie ante un automóvil azul. Se encontraban los tres en una enorme habitación de paredes curvadas, a lo largo de las cuales descendían unas «vigas». El coche en cuestión se hallaba sobre una plataforma, frente a la cual le pareció ver maquinaria, poco a la izquierda. Caminando alrededor de la maquinaria había varios hombres que llevaban trajes grises de una pieza, algo así como monos o buzos de trabajo. Recordó luego haberse trasladado a una pieza, donde estaba la «mesa de operaciones» que había descrito antes. En esta habitación estaba una «persona» pequeña y fea.
Cuando Collins se repuso de la sorpresa que le produjó esta nueva y valiosa información «caída del cielo», pidió a Elaine que hiciese un dibujo de uno de los seres que estaban cerca de la maquinaria, de la gran sala donde estaba el automóvil, y de la pieza de la mesa. Mientras ella estaba dibujando al ser de la maquinaria, John, que había guardado silencio hasta entonces, se arrodilló junto a Elaine y le dijo que no había dibujado bien los brazos y las piernas. Tomando entonces el lápiz, dibujó lo que él decía que eran los brazos y las piernas correctos. Collins le preguntó entonces cómo podía saber el aspecto que tenía el personaje de un sueño de Elaine, a lo que él contestó que, después de oír lo que había dicho ella, a él también le parecía recordar que había estado tendido en una «mesa de operaciones», con seres muy altos a su alrededor.
Declaró también que estaba seguro de que le habían mostrado todo el lugar, y de que le habían dicho muchas cosas.
Después de varias horas de paciente labor, Collins obtuvo un relato bastante coherente de John y Elaine, acerca de todo cuanto podían recordar del sitio donde habían estado. Aun así, esto no fue más que una pequeña parte de lo que había de surgir a la luz durante las sesiones de hipnosis y durante las numerosas entrevistas que siguieron a aquellas.





Las sesiones de hipnosis

Durante la primera entrevista sostenida con Collins y King, John se mostró de acuerdo en dejarse hipnotizar, pues deseaba saber qué le había ocurrido durante aquellas tres  horas perdidas. Prefería saberlo a sentirse intrigado durante el resto de su vida. Elaine, en cambio, dijo que no quería someterse a hipnosis, pues en realidad lo que deseaba era olvidar todo aquel asunto. Efectuar una regresión a Kevin estaba fuera de lugar, porque sus padres no querían que el chico supiera lo que le había pasado, ya que ello podría traumatizarlo para el resto de su vida. Collins se mostró totalmente de acuerdo.
En total hubo tres sesiones, distribuidas a lo largo de un mes. John se presentó solo a las dos primeras sesiones, y a la tercera asistió Elaine como observadora.
La primera sesión tuvo lugar el domingo 25 de septiembre 1977. Cuando Collins pasó a recoger a John por su casa, este estuvo a punto de hacerse atrás. Finalmente accedió a acompañarlo a casa del doctor Finch. Allí se hallaban presentes éste, el doctor Leonard Wilder, Gordon Creighton y sus respectivas esposas, más Barry King y, naturalmente, los dos recién llegados, Collins y John Avis.
El doctor Wilder empezó llevándose a John a una habitación del primer piso, para que le relatase todo el incidente. Acto seguido se les reunió el resto del grupo. John fue hipnotizado tres veces. En ninguna de ellas se le hizo “regresar”. El hipnólogo llevó a cabo por dos veces un ejercicio de levitación del brazo. El doctor Wilder terminó entonces la sesión, declarando que John era un excelente sujeto hipnotico.

Aunque no se le hizo a John una regresión, éste pareció recordar algunas extrañas impresiones mientras se hallaba bajo hipnosis. Dijo que veía un gran objeto azul de forma circular con un revestimiento sobre el mismo, y dos brazos con piedras fuera de él. Tuvo también la impresión de ver a un «caballero» (sic) con un tocado al estilo árabe y sosteniendo una luz roja circular. Detrás del «árabe» se vislumbraban unas montañas. En cuanto al incidente en sí, lo recordó con más detalle. Dijo primero que se veía a sí mismo y a su familia yendo en el coche, y oyó decir a Kevin: «Hay humo.» Entonces Elaine dijo: «La radio se quema.» John añadió que, entonces desconectó el aparato, y después de esto su mente encontraba un blanco. Otra impresión: él se encontraba en el coche y percibía color verde a todo su alrededor: Luego un rayo blanco atravesaba la niebla verde. Seguramente esto ocurrió cuando el coche se encontraba ya en el interior de la niebla. Esto es todo cuanto se pudo recoger en la primera sesión.
La segunda se celebró el 2 de octubre. John se mostraba menos tenso que en la primera. A esta sesión asistieron todos cuantos participaron en la primera, con la excepción de Barry King. Después de poner a John en trance hipnotico, el doctor Wilde efectuó el acostumbrado ejercicio de levitación del brazo. Después de esto, regresó a John a  su infancia, haciéndole detenerse en los 13, los 11, los 8 y los 3 años de edad. Cada vez, la voz del sujeto sonaba más infantil. Llevó entonces a John más allá de su propia vida, haciéndole revivir un tiempo en que era otra persona. Ello hizo perfectamente, reviviendo una época del siglo XIX Después el doctor Wilder lo trajo de nuevo al presente, y le pidió que reviviera «... la experiencia que había tenido en 1974 cuando volvía en coche a casa con toda su familia ocasión en que encontraron una niebla». A continuación siguen unos extractos de la grabación que se hizo durante aquella segunda sesión.



MÉDICO.-Hábleme ahora del coche y de  la primera experiencia que tuvo cuando vio la luz junto a la carretera. Ve una luz baja... parece que los está siguiendo.
SUJETO.-Está sobre... no es más que una luz, a la izquierda.
M.-Sí, hábleme de ella.
S.-Estaba baja, era brillante y no de un solo color… seguía al coche... y yo... yo... no podía verla, y sólo Elaine y el chico la vieron... moverse... cruzando enfrente, y entonces yo la vi claramente... y se movió hacia adelante con rapidez, siguiendo la carretera, y... vi una luz, pensé que era una luz, un farol (murmullos). Vino una luz... yo… había desconectado la radio y había una niebla espesa… muy, muy espesa, y verde Lummy y... sin luces y sin… ruido... todo alrededor.
M.- ¿Entró usted en la niebla, y entonces qué?
S.-   En una gran sala... un coche al fondo, y dije que los niños... sí, los dos niños estaban bien. No había que preocuparse.
M.- ¿Puede usted describir a los seres?
S.-   Eran altos, y... y pacíficos.
M.- ¿Cómo era su traje?
S.-   De una pieza.
M.- ¿Color?
S.-   No... no parecía tener color.
M.- ¿Les vio el cabello?
S.-  No, no les vi el cabello, porque...llevaban un verdugo.
M.-¿Cuál era el color de su piel?
 S.- Muy... muy trans... desvaído.
M.- ¿Color de los ojos?
S.-  Rosados.
M.- ¿Rosados?
S.-  Mucho.
M.- ¿Hablaban inglés?
S.-   No hablaban en in... no usaban palabras... pero yo entendía lo que decían.
M.- ¿Cómo era el interior de este lugar donde se encontraba? Hábleme de él, descríbamelo.
S.-  Una gruta (¿?) sin luces, pero gris, y no muy brillante… horrible, pero muy sedante, y no...ovalado. Muy grande, sin puertas.
M.-¿Cómo se abrían las puertas?
S.-Simplemente, estaban allí.
M.-¿Había mobiliario?
S.-No, no, sólo mesas.
M.-¿y estaban hechas de qué? ¿De madera? ¿Metal? ¿Vidrio?
S.-No, no, no, no eran blandas ni duras. Eran peculiares.
M.-¿Y a usted, qué le pasa?
S.-Ellos sólo... mueven una gruesa barra sobre mí.
M.-Descríbamela.
S.-Era sólo una barra piana, de unos 30 pies de largo (el sujeto quería decir 30 pulgadas = 75 cm), de 10 pulgadas (25 cm) de ancho, no muy gruesa... y llena de agujeros. Sólo la movieron por encima de mi cuerpo.
M.-¿Y qué pasó?
S.-Vi.... vibración.
M.-¿Estaba esa barra conectada a alguna clase de maquinaria?
S.-Sí. .. sí, encima.
M.-¿Encima? ¿Puede describirla?
S.-No era... no era muy grande... sólo un raíl... que subía, no sé hasta dónde.
M.-¿En algún momento en que estuvo allí dentro miró al exterior por alguna ventana u orificio?
S.-No, no, no había ventanas.
M.-¿Y en cuanto a la respiración? ¿Puede respirar bien?
S.-En realidad, no lo recuerdo... .
M.-¿Formuló preguntas?
S.-Les pregunté... de dónde venían y ellos me mostraron... un mapa que no era un mapa.
M.-¿Qué quiere usted decir con eso?
S.-Líneas, y cifras, y cosas.
M.-¿Recuerda algo de lo que vio en el mapa? ¿Alguna cifra? ¿Alguna forma?
S.-No ci. .. formas curvadas y onduladas.
M.-¿Números?
S.-Peculiares, no como los nuestros.
M.-¿Le dijeron de dónde venían?
S.-Sólo recuerdo Fobos.
M.-¿Fobos? ¿Qué sabe usted sobre Fobos?
S.-Es la primera vez... que oigo este nombre.
M.-¿Qué cree usted que es Fobos?
S.-No lo sé.
M.-¿Les preguntó dónde estaba Fobos?
S.-Me enseñaron... ya sé... me enseñaron... cosas... Saturno.
M.-¿Le enseñaron cosas de Saturno?
S.-Es posible, y yo sé... y otros que conozco... describir, más o menos dónde estaban.
M.-¿Le dijeron que venían de Saturno?
S.-No, no, dijeron eso... para darme una idea de dónde están. Viajan muy de prisa no como nosotros admitimos...muy de prisa... casi instantáneamente.
M.-¿Y cómo lo hacen? ¿No se lo preguntó?
S.-Muy, muy... no puedo entenderlo. Tiene algo que ver con... la conversión de partículas.
M.-¿Hablaron de iones?
S.-Creo que sí, recuerdo iones... electrones y otras cosas. Pero no me acuerdo.
M.-Hábleme de ese ser pequeño que vio a bordo. Usted dijo que era diferente de los otros. ¿Era el que mandaba? ¿O servía a los demás?
S.-Servía, creo que él... ellos no parecían darse cuenta de su presencia. No, no le hacían el menor caso. El no empleaba un lenguaje: lanzaba gorjeos, ruidos. Pero no ruidos agudos.
M.-¿Y esos seres tenían brazos y piernas?
S.-No puedo acordarme... de cuáles.
M.-Los altos.
S.-Tenían brazos y piernas pero no parecían tener articulaciones...
M.-¿Puede seguirme hablando de ese ser pequeño? ¿Cómo iba vestido?
S.-Sólo con piel, aunque no era piel.
M.-¿Cómo era?
S.-Como piel, pero no era piel... No puedo...
M.-¿Querría mencionar algo más acerca de lo que le sucedió a bordo de esa nave? (En mi opinión, el médico comete aquí un error garrafal , al inducir en la mente de John que ha estado a bordo de una nave, cosa que él no ha dicho en ningún momento hasta entonces . Éste es uno de los peligros de la regresión hipnótica, cuando no se practica con una asepsia mental absoluta. Si a partir de aquí el sujeto habla de “nave extraterrestre”, puede tratarse pura y simplemente de una contaminación provocada por el hipnotizador.)
S.-Ellos dicen que nos necesitan... como, huéspedes, y ellos saben cómo, y... ayudan... y ellos (murmullos) y ellos son nosotros.
M.-Ellos son nosotros. Hábleme más de eso. ¿Cómo pueden ser ellos nosotros? ¿Entiende usted eso? Hábleme de ello.
S.-... No me dejarán. (John guarda entonces silencio durante más de un minuto.)
M.-¿Puede usted describirme ahora, John, lo que pasó después de esta experiencia y cómo salió de la niebla?
S.-Recuerdo casa junto al bosque, y luego el coche se sacudió... y todo fue normal. Pero nosotros estábamos todos muy asustados... y nos fuimos en seguida a casa. Guardé el coche... entramos a los niños, tuvimos que llevar a Karen y Stuart desde... dormidos. Entré con Elaine... y dijimos que era muy tarde, no podíamos haber tardado tanto en volver a casa, y entonces telefoneamos a la hora... Era muy tarde.. , la una y media.
M.-¿Y qué hora tenía que haber sido?
S.-Las diez y media,.. Yo quería ver un programa de  la tele... y lo perdí.
M.-¿Qué programa era?
S.-No me acuerdo. Una comedia, creo.
M.-¿A esa hora, cuando usted llegó a casa, recordaba lo que había pasado?
S.- ,-No.
M.-¿Cuándo empezó a recordar cosas?
S,-No lo sé, creo que este año. No estoy seguro.
M.-¿Cuál es su interpretación de lo que sucedió? ¿Qué piensa?
S.-Demasiado largo.
M.-¿Qué quiere usted decir con que es demasiado largo?
S .-(En voz muy baja.)-Tendría que escribirlo.
M.-Muy bien. Ahora descanse, John, relájese.

Así concluyó aquella sesión. El doctor  Wilder sacó lentamente a John de su estado de hipnosis. Aquella sesión fue altamente esclarecedora sobre lo sucedido, pero como veremos más adelante, sólo representaba una pequeña fracción de lo que ocurrió a bordo de la supuesta nave.
También se verá cómo el hipnotista interpreta mal a veces diversas cosas de las que dice el sujeto bajo hipnosis, sin hablar de la transferencia de ideas que puede aportarle. Lo que  dijo John acerca de la conversión de «partículas» recuerda extraordinariamente, en relación con el viaje espacial, la teoría ummita de los ibozoo UU, que John no podía conocer de ninguna manera. Asimismo intrigante es la mención de Pobos, y, como veremos más adelante en este libro, la morfología de los ocupantes altos, lo mismo que su vestimenta, parecen muy similares a los descritos por el abducido español Julio F. La frase «ellos son nosotros» se presta también a muy variadas interpretaciones (por ejemplo y  sin que estemos postulando nada, la de que son nuestros lejanos descendientes; es decir, «hombres del futuro ti», lo cual no excluye la hipótesis interplanetaria, por otra parte). En esta frase se aprecia también una especie “orden posthipnótica” impuesta por sus captores a John para que éste no hable del particular, lo cual se pone de manifiesto por su largo silencio.


La tercera sesión de hipnosis se realizó el domingo 16 de octubre de 1977. En esta ocasión, John consiguió convencer a Elaine de que asistiese a ella como simple observadora. Asistieron todos cuantos habían estado presentes en la sesión anterior, más Elaine, por supuesto, y Philip, el hijo de Gordon Creighton.
Inmediatamente el doctor Wilder puso manos a la obra y empezó haciendo regresar a John a su infancia, deteniéndolo a las edades de 10, 6, 3 y por último 1 año. Pidió entonces a John que volviera a una de sus vidas anteriores.
Después de un falso inicio, John dijo que se acordaba de cuando araba un campo en 1640 bajo el nombre de Dayliss. Lo más sorprendente era que en ese momento hablaba en un rudo dialecto del campo inglés. Después de esto, John fue llevado de nuevo a 1974 y se le pidió que reviviese de nuevo su encuentro con la niebla verde. El respondió con un cambio espectacular de voz que volvió a ser la suya normal, con su típico acento londinense. John se puso entonces a relatar lo que sucedió cuando entraron en la niebla, que era lo mismo que había dicho antes. Pero luego añadió que veía un rayo de luz que atravesaba la niebla. Este rayo era de color blanco, y al instante siguiente se vio ascendiendo con esta luz. Al instante siguiente se encontraban todos en una gran habitación. John relató entonces cómo se lo llevaron para ser examinado.
Collins preguntó entonces a John si ellos le habían dicho de dónde venían. Su respuesta fue: «Ellos dicen que no serviría para nada (¿decirle de dónde venían?) y que saber de dónde vienen no nos sería de ninguna ayuda.»


A continuación Collins le preguntó cuántos tipos de seres había en la nave. Damos a continuación la transcripción de parte del interrogatorio:
JOHN.-Una persona... y el examinador.
A. COLLINS.- ¿El examinador? ¿Puedes describírmelo?
JOHN.-Más pequeño que nosotros...
A. C.-¿Qué llevaba?
JOHN.-No me acuerdo. Vestidos, no está claro...
A. C.-¿Cómo era su cara?
JOHN.-No muy agradable.
A. C.-¿Tenía cabello o pelos?
JOHN.-Pues... sí, por supuesto.
A. C.-¿Cómo eran sus ojos?
JOHN.-Muy grandes.
A. C.-¿Tenía boca?
Jo HN.-Sí, pero no como la nuestra.
A. C.-¿Qué hacía?
JOHN.-Me examinaba... hacía funcionar la máquina.
A. C.-¿Te sacaron algo? ¿Piel? ¿Sangre? ¿Trozos de ropa? ¿Cabellos?
JOHN.-No recuerdo.

Después de hacerle unas cuantas preguntas más sobre los seres altos, John se dio cuenta de pronto de que no era el doctor Wilder quien le interrogaba. Entonces el médico tuvo que explicarle que había otra persona presente que quería hacer unas preguntas. Una vez explicado esto a John, Collins continuó.
Le preguntó de nuevo por los seres altos. Él dijo que eran más altos que él, que le pasaban por lo menos una cabeza (esto daría una estatura de unos 6 pies y 6 pulgadas, 1,97 m.). «No tienen boca... no la necesitan.» Pero añadió "O no tienen boca visible.»
Collins pidió entonces a John que describiese su sistema de propulsión. "Es muy complicado - expuso él-, pero recuerdo las palabras ión magnético... giran y crean... giran y crean un... bor... bor... »
-¿Un vórtice? -dijo Collins.
-Sí, un vórtice -se apresuró a contestar él-o Crean un vórtice, para propulsión, y...


Después de unas cuantas preguntas más sobre la disposición de la nave, Collins le preguntó cuánta gente había a bordo, a lo que él contestó que creía que había más, pero él solo tuvo contacto con tres. No le dieron nombres, porque esto no era necesario. De estos tres sólo uno se comunicó con John, contestando a todas las preguntas que este le hizo. Collins hizo algunas preguntas acerca de los mapas estelares y el motivo por el cual los escogieron para la abducción. Cuando intervino el doctor Bernard E. Finch para preguntar cuál era el propósito de su visita, John se apresuró a contestar:
-No es visita, están aquí siempre.
-¿Pero por qué han venido aquí? -insistió el doctor Finch.
-Para observar y guíar... mediante la observación –fue la respuesta.
De nuevo se le formuló la pregunta de dónde venían, pero John también contestó de nuevo que ellos no tenían necesidad de decirlo, añadiendo que no tenían necesidad tampoco de regresar al lugar de donde habían venido. Después de estas preguntas, las respuestas de John empezaron a hacerse cada vez más vagas y con largas pausas entre pregunta y respuesta.
Collins le preguntó dónde estaban, si estaban aquí todo el tiempo. John contestó que estaban aquí siempre. Y Collins volvió a preguntarle dónde.
-Tienen más de una base.
-¿Dónde? -insistió Collins, pero no obtuvo respuesta


Después de esto, John ya no contestó a ninguna pregunta más. El doctor Wilder le preguntó qué le pasaba, pero John se encerró en el mutismo más completo. Sin duda se tropezaba aquí con un bloqueo posthipnótico imposible vencer.
El doctor Wilder lo fue sacando entonces poco a poco de su estado hipnótico, en el que John había permanecido durante un total de 55 minutos. Sus primeras palabras después de la hipnosis, en confirmación de lo que todos presumían, fueron de que durante los últimos minutos le habían impedido decir nada. Dijo que era como si a ellos no les importase que hablase de su experiencia hasta cierto punto, pero había partes de la misma que caían dentro de esta «censura». Cuando le preguntaron cuáles eran estas partes, contestó: «Cuando me preguntaron dónde esta las bases.»
Según comenta el doctor Wilder, las sesiones de hipnosis fueron valiosas porque iniciaron el proceso de liberación de los recuerdos subconscientes de los testigos –pese a que Elaine no quiso someterse jamás a hipnosis-, y pese a que éstos no fueron en ningún caso la principal fuente de información. Luego, en estado consciente, John recordaba más cosas que se le hacían aparentes al leer sus propias palabras en hipnosis: éstas, en cierto modo, hacían de «catalizador» o «desencadenante» de más recuerdos.


En las sesiones se contienen algunos datos verdaderamente intrigantes -e incluso reveladores- que concuerdan dan con otras informaciones que poseemos, procedentes de fuentes muy distintas. Así, todo lo referente a las “bases” ,que como se verá luego, resulta que eran «submarinas» y que estaban en zonas muy específicas. Asimismo, lo que los captores de John dijeron acerca de la propulsión de sus naves (la «conversión» o «inversión» de partículas) recuerda estremecedoramente la teoría ummita sobre la «inversión de los ibozoo uu, dato que muy raramente podía haber llegado a conocimiento consciente de John (si bien mi serie de artículos sobre el «affaire» UMMO se publicó ya en 1974 en la Flying Saucer Review). De la comparación de éste con otros casos similares, se puede sacar la conclusión de que: o bien existe una fabulación inconsciente general, o bien existe un nivel de tecnología casi común para las civilizaciones galácticas que han alcanzado el viaje interestelar. Extrapolando a partir de nuestra tecnología (cuyas realizaciones son casi idénticas para todas las naciones terrestres: motor a reacción, electrónica, centrales nucleares, motor-cohete, electricidad, etc.) podría existir una serie de logros tecnológicos comunes de un nivel superior para todas las civilizaciones de la Galaxia. En el caso Bordeu (Dionisio Llanca) hallamos también algunos curiosos rasgos “ummitas”… sin que esto quiera decir necesariamente que lo sean, sino que podrían corresponder a este “tipo de familia” que presentarían todas las realizaciones y pautas de comportamiento de las civilizaciones galácticas, por ejemplo. Extrapolando hacia atrás, toda la tecnología medieval es parecida, asimismo, de la misma manera que lo es la tecnología paleolítica, si aún queremos ir más lejos. Se trata de lo que yo llamaría «niveles de civilización», estando en esto de acuerdo con la teoría de los niveles cósmicos que postula el académico soviético Nikolai Kardachev, quien afina extraordinariamente su postulación (que aquí, por falta de espacio, no podemos resumir) .
Así, los «uránidas» (por emplear la bella expresión, desgraciadamente hoy arrinconada, que en su día propuso el profesor Hermann Oberth) se moverían dentro de un mismo nivel tecnológico : dominio de la gravedad; conversión de subparticulas atómicas para efectuar «cambios de marco dimensional» y viajes intersiderales por «atajos cósmicos»; conocimiento y utilización al máximo del “campo unificado” einsteniano como fuente motriz y para otras aplicaciones; una ingeniería genética avanzadísima; una moral pragmática de la que formaría parte un respeto casi total hacia otras formas vivas e inteligentes; un común reconocimiento
de la existencia de un Generador o Creador único; etc, etc.


La estancia a bordo de la nave

Mas volvamos a los Avis, y a su alucinante experiencia. A  continuación voy a reproducir los relatos, por separado, de, John y Elaine, de su abducción, tal como se los contaron a Andy y Collins a finales de 1977. Ambos relatos comienzan cuando la «niebla verde» se cierra alrededor del automóvil. Principiaremos por la versión de John.
Cuando el coche se vio rodeado por la densa niebla verde, John vio una columna de luz blanca que atravesaba la atmósfera verdosa. (Los haces de luz compacta y coherente, que abundan en la casuística ovni, son otro de los rasgos característicos de lo que hemos dado en llamar “tecnología galáctica”. Acaso no sean «luz fotonica» sino otra cosa; ¿un, campo magnético dirigido, se pregunta el francés Jean Goupil?) A menos de dos metros frente al coche, tenía un diámetro de alrededor un metro. Empezó entonces a moverse hacia el vehículo mentando de diámetro al propio tiempo. A los pocos segundos el «haz» o «columna» rodeó el coche y John sintió que ascendían. Entonces se desmayó.
Después de esto, su inmediato recuerdo es el siguiente: estaba de pie en una especie de «balcón», con una barandilla frente a él, mirando a un gran automóvil azul que estaba en un nivel inferior (el coche de los Avis era un Vauxhall Victor Estate blanco). Dentro del coche azul veía a un hombre con la cabeza caída sobre el volante; a un lado está una mujer con la cabeza echada hacia atrás. Ambos parecen estar inconscientes. En la parte trasera del coche se ven otros cuerpos por encima del asiento delantero. Esos cuerpos parecen estar inconscientes también.
John tiene la viva impresión de que se está viendo a sí mismo y a su familia. El automóvil parece hallarse en un enorme «hangar» y él se encuentra en un balcón situado a unos cuatro metros y medio sobre el suelo del “hangar” Ve al coche de frente y a un ángulo aproximado de 25º y a una distancia estimada de unos 15 o 18 m. Mientras lo contempla, una especie de «rampa» o «panel» empieza a cerrarse frente al mismo, ocultándolo a su vista De pie junto a John está Elaine, su mujer, y; posiblemente Kevin, aunque esto no puede asegurarlo. Ellos también parecen estar mirando el coche. Detrás de John esta un ser alto, aproximadamente de unos dos metros. A la derecha de este ser  advierte el «tubo de aire» por el que cree que ascendió a este nivel. Cómo lo sabe no está claro, pero está seguro de que es lo que se empleó para subirlo.
El «tubo de aire» consiste en una luminosidad cilíndrica que va del suelo al balcón. (Dionisia Llanca hablaría de una «escalera de luz».)
Entonces John y el ser alto se desplazan hacia la izquierda de John (alejándose de la columna luminosa) hacia una pared en la que no hay nada. De pronto, John siente que esta ascendiendo de nuevo, aparece un orificio y se encuentra dentro de una habitación. John cree que sólo ascendió unos palmos. Al mirar al interior del habitáculo ve una mesa frente a él con luces encima. Entonces el ser alto toca a John en el hombro izquierdo, y John se desvanece.

Al volver en sí, John se encuentra tendido sobre la mesa que había visto previamente. Sobre su cabeza y moviéndose en dirección a sus pies, ve una «barra» o aparato de observación  (scanner). Este aparato está a cosa de medio metro por encima de él y se halla sostenido por unas varillas circulares, una a cada lado de su cuerpo. Según presume, estas varillas o soportes deben de correr por unas guías, situadas a ambos lados de la mesa. La barra es de forma rectangular y mide entre 75 cm y 1 metro; tiene casi 4 cm de ancho y casi 4 de grueso. Su parte inferior está recubierta por una especie de superficie reticulada, como un panal, que emite un débil resplandor, Al scanner están unidos dos cables, que ascienden hasta el techo, donde están al parecer conectados a una de las dos lámparas rectangulares situadas sobre John. Estas lámparas miden aproximadamente 60 X 75 cm. Una de ellas está detrás de su cabeza y puede moverse al extremo de un brazo extensible sujeto al techo. Es a ésta a la que se hallan conectados los cables.
La “barra” o scanner tarda aproximadamente un minuto en pasar sobre el cuerpo, y al hacerlo John siente una sensación de calor y hormigueo en la región sobre la que pasa la barra.

John se da cuenta entonces de que hay tres de los seres altos de pie a su derecha, y otros dos seres, pequeños y feos, a su izquierda. Los pequeños parecen ser los “examinadores” y a medida que la barra pasa sobre John, un examinador aplica un aparato parecido a una pluma a diversas partes de su cuerpo. Este instrumento mide unos 20 cm, y tiene poco más de 1 cm de diámetro. En su extremidad tiene una intensa luz blanca. Este «lápiz» está sujeto a un alambre
o cable que desaparece por encima del borde de la mesa. Este instrumento no le llega a tocar la piel, sino que se mantiene a cosa de un centímetro de ella. También provoca en John una sensación de hormigueo y calor.



El “examinador”

El «examinador» mide 1,20 metros y lleva una especie de bata blanca hasta el suelo, con mangas anchas y sueltas, recogidas en los puños. No se le aprecia cuello. En realidad, parece ligeramente jorobado. Tiene un cabello castaño muy enmarañado, ó “piel”, que le recubre no sólo la cabeza sino también las manos. Sus ojos son grandes, oblicuos y triangulares de forma. La nariz, de color marrón claro, parece más bien un «pico». La boca es una simple rendija. El ser  tiene orejas puntiagudas, echadas hacia atrás. Las manos que sólo tienen cuatro dedos cada una, son grandes y velludas.
Los dedos están terminados en largas uñas o garras. Se trata de un individuo de aspecto recio y corpulento que camina desmañadamente. John le oyó lanzar de vez en cuando unos gorjeos guturales. A pesar de su aspecto parece saber lo que hace, aunque se aparta cuando se aproxima uno de los seres altos.

Los seres altos

Cuando la «barra» o scanner se detuvo finalmente a un extremo de la mesa, John pregunta a los seres altos si ya puede levantarse.
-Sigue ahí un rato aún, pero puedes sentarte.
John, estupefacto, se da cuenta de que esta orden no se la han dado de palabra, sino mentalmente: ha recibido una impresión mental según la cual esto es lo que le han dicho, en contestación a su pregunta.
Entonces se incorpora y se sienta sobre la mesa, dejando colgar las piernas a un lado. Siente las piernas débiles y todo él se nota como sin fuerzas. Se da cuenta entonces con asombro que lleva un traje de una pieza igual al de los seres altos. Le parece llevar «una segunda piel». Los « examinadores» abandonan entonces la estancia.


Sentado, John puede ver mejor a los seres altos y el lugar donde se encuentra. Es una estancia de unos 6 metros de largo por unos 3,60 m de ancho y 2,10 o 2,40 m. de alto. Es de forma ovalada. No se ven junturas en las paredes ni en el techo; tampoco hay ángulos vivos; todo es perfectamente liso y suave, como el interior de una burbuja.
No parece haber otro mobiliario fuera de la mesa y las dos lámparas. Los seres altos tienen una talla aproximada de unos 2 m aunque uno de ellos, el que John llama el «jefe» (the leader), parece tener unos 5 cm más que sus compañeros.
Llevan un traje de una sola pieza y sin costuras de un material que parece lurex o fieltro sintético. Les cubre incluso manos y pies y forma una caperuza en la que está encerrada la cabeza. En la cara se aprecian dos ojos ligeramente mayores que los nuestros, con iris rosados y esclerótica «color crema». No muestran una nariz o una boca visibles, y John tiene la viva sensación de que aquellos seres llevan una máscara que les cubre la cara.

Por lo que John puede recordar, sólo tienen tres dedos en cada mano, aunque esto puede ser un efecto producido por un guante semejante al de los esquiadores. La tez de los seres es muy pálida, casi translúcida. Ninguno de ellos parece tener articulaciones en piernas y brazos. A John le recordaban «una muñeca hinchable». Cuando movían los brazos, no se apreciaban codos en ellos. (Los altos seres del caso español de Pontejos,. en Santander, tampoco mostraban articulaciones apreciables.) Sin embargo, sus movimientos son airosos, y no dan pasos largos al andar.
Después, de sentarse en la mesa, John se puso a hacerles preguntas, todas las cuales le fueron contestadas. De pronto les preguntó:
-¿Qué hacen ustedes cuando están fuera de la nave?
-Usamos un visor -le contestaron.
Mirando a su alrededor, John vio a uno de los seres altos sosteniendo un «visor». Es un aparato hemisférico con dos bandas para sujetarlo a la cabeza, una que la rodea horizontalmente, y  otra que pasa por encima del cráneo. John lo compara a la visera o máscara de un soldador. De un color rojizo oscuro, cubriría por completo una cara normal.
El más alto de los tres seres, que John considera el jefe, es el único con el que tiene contacto directo durante todo el tiempo que dura su estancia a bordo de la nave.
Mientras le enseña el visor, este ser «dice»:
-Consideramos que el uso del visor no es muy afortunado.
En realidad, casi siempre vemos las cosas a través de vuestros propios ojos. Algunas veces no podemos encontrar unos ojos adecuados, y entonces usamos el visor, para adaptar vuestra luz a nuestro nervio óptico.
-¿Y qué ocurre de noche? -pregunta John.
-Tenemos un adaptador que emite luz a fin de mejorar la visibilidad existente (o algo parecido fue lo que le dijeron, según John).
Y el «jefe» añade:
-Esto cambia la impresión que las unidades estáticas de su planeta ven de nosotros. Las unidades estáticas son habitantes lineales de su planeta.
Naturalmente, esta jerigonza resultó incomprensible para John.

Cuando John le preguntó por qué no había colores en la nave, el «jefe» le contestó:
-Para vosotros  no hay colores, pero para nosotros sí los hay. Debido a la estructura de nuestra unidad óptica, nosotros reaccionamos a la luz que recibimos de una manera distinta a como lo hacen vuestros nervios ópticos. Las condiciones están controladas a nuestro favor y por esto vosotros veis lo que veis.

Nave nodriza

Visita a la nave

John le preguntó entonces si le podían mostrar la nave, a lo que sus captores respondieron afirmativamente. Se encaminaron todos hacia la pared, en la que de pronto apareció un agujero ovalado, de más de 2. m de alto por uno de ancho. John y los tres seres se adentraron entonces por un “túnel de comunicación”, que recorrieron durante un corto trecho,  para pasar luego a otra sala a través de una “puerta similar”.
Aquella pieza era de un tamaño parecido a la “sala de reconocimiento” y John creyó que se trataba de un lugar de descanso, pues contenía algunas literas y una mesa adosada a una pared, sobre la cual vio algunas cajas. Cruzaron esta habitación sin detenerse, para continuar por el túnel ó  «galería» de conexión.
Penetraron entonces en otra pieza, que John describe como un “laboratorio”. Pregunta para qué sirve y le contesta”investigación”. John les pregunta entonces si tienen microscopios y le muestran una gran unidad o modulo en cuyo centro hay una consola. Sobre esta unidad hay unos paneles cuadrados  y translúcidos. Uno de los tres seres pone un frasco de vidrio lleno de un líquido en uno de los paneles.
El ser pasa sus manos sobre la unidad y otro panel cuadrado similar se desliza saliendo de la parte superior de la consola central, directamente sobre el frasco de vidrio. El ser toca entonces un botón cuadrado que está en la parte delantera del panel cuadrado superior, y un resplandor azulado aparece entre los dos paneles, en cuyo interior se encuentra el frasco de vidrio.
Sobre la consola central hay otro largo panel que se extiende a todo lo largo de la unidad. Y en éste, por encima de los dos paneles cuadrados, aparece un holograma ampliado del frasco.

Tocando diversos lugares del panel superior, el frasco puede ser visto desde cuatro ángulos diferentes. Le explican que este aparato cumple la misma misión  que nuestro microscopio, pero es muy superior a este. La unidad mide unos 3 m de largo por 1,20 de ancho y 1,20 de alto. En esta sala hay otras unidades similares, junto con otros aparatos.
Sacan entonces a John del laboratorio y lo llevan a través de otro túnel a otra habitación. En ésta hay cuatro series de literas dispuestas formando un cuadrado. Cada serie está compuesta de tres literas superpuestas. Las literas son ligeramente onduladas, recubiertas de un material
que parece ser gomaespuma y posee una cajita de 15 cm de lado por unos 3 cm de fondo, con cuatro cuadraditos en su parte superior. Estas cajas quedan a la izquierda la persona que se tienda en la litera. John cree que es lugar de reposo, y que las literas sirven para dormir durante los períodos de descanso. También se emplean cuando la nave navega por el espacio interplanetario. Cada litera posee su propia mini atmósfera, que se utiliza para contrarrestar los virajes y las detenciones bruscos. (Posiblemente, más que de atmósfera, habría que hablar aquí de campo gravitatorio propio para cada litera. Tal vez John no entendió bien la explicación que le dieron sus «amigos».)

Abandonando el «dormitorio», se meten en otro túnel de conexión y pasan a otra cabina. Ésta, según recuerda John, contiene literas y posiblemente instrumentos. Salen luego por el lado opuesto de la pieza y ascienden por un tubo vertical l. (John no explica cómo se hace esta operación:  ¿por una simple escalera de mano o por “antigravedad”?


(Al instante siguiente, John sale por el suelo de una gran sala. Inmediatamente se percata de que se trata de la «cámara de mando». Vueltos de espaldas a él ve a otros cuatro seres altos, sentados ante una unidad en forma de media luna. Los cuatro están muy ocupados, haciendo correr sus manos sobre los paneles que cubren la unidad. A lo largo de las paredes hay diversas secciones con asientos. Todos estos asientos miran hacia las paredes, pero John está seguro de que son todos ellos asientos giratorios, que pueden volverse hacia el centro en caso necesario.
(Tampoco da John detalles sobre estos asientos, lo que sería muy interesante para compararlos con los de otros casos.)
Sus acompañantes llevan entonces a John hacia una litera, y le invitan a tenderse en ella. La litera es comodísima, y le recuerda una gandula de las que sirven para tomar el sol. Está recubierta de minúsculos cojines neumáticos y mide casi dos metros de largo; es evidente que está destinada a alguien de su talla. A unos 45 cm por encima de la cabeza  de John hay un objeto discoidal de unos 40 cm de diámetro, en cuyo interior se observan unos lados de aspecto extraño, dispuestos en forma octogonal. Dicen entonces a John que observe una pantalla, y ante su asombro una imagen  bidimensional se proyecta en la pared frente a él. Esta imagen mide un metro y medio de ancho por unos dos metros de alto. Durante los minutos siguientes le muestran por este procedimiento cientos de imágenes, planos,  dibujos y gráficas, todo lo cual pasa como una exhalación, impidiéndole fijarse en los detalles. El objeto que tenía sobre su cabeza era una especie de altavoz (“acompañamiento verbal” en sus propias palabras), que le daba explicación completa de cada imagen proyectada.

En un momento dado John no pudo por menos de exclamar:
-“¡Esto va demasiado rápido!”, a lo que le contestaron:
-“No te preocupes: tu mente lo recordará todo.”

Sin embargo, John no puede recordar gran cosa de lo que le mostraron, aunque sí recuerda algunos de los dibujos. Reconoció un mapa estelar de nuestro sistema solar y una  imagen de Saturno, que reconoció «a causa de sus anillos. Le mostraron también una sección transversal  e la nave  y luego una sección de la misma en planta, y también una vista de ella desde el exterior. Asimismo, le mostraron varios «mapas estelares», consistentes en líneas que tenían diversos puntos (recuérdese el mapa mostrado a Betty  Hill). Junto a los círculos vio extraños signos o letras.
Recuerda que uno de los seres le hizo este comentario:
-“Tienes el diagrama que explica cómo funciona la cerradura pero te falta la llave.”- No le explicaron qué querían decir con esto. La otra cosa que recuerda John es que, mientras le mostraban las imágenes, oyó repetidamente palabra «Fobos», aunque tampoco sabe a qué se referían.  (Cuando John contó esto a Collins, aún no sabía que Fobos es el satélite menor del planeta Marte.)


Después de más «conversación» y de pasarle más diagramas, John fue conducido a una zona más oscura de la cabina de mandos. Una vez allí, volvieron a pedirle que mirase en determinada dirección (esta vez él se hallaba de pie) De pronto se formó ante él una escena, sin duda una forma avanzada de holograma.
Mientras John lo contempla, fascinado, sus acompañantes le dicen que así era su planeta últimamente, después de haber sido destruido por la contaminación y otros problemas naturales. Habían perdido sus dos soles y una de sus lunas por un mal aprovechamiento de los mismos.
No le explicaron en qué consistía ese mal aprovechamiento. El holograma mostraba un complejo de conos grises y de aspecto metálico que salían del suelo (¿una ciudad?) al fondo se veían montañas. El cielo mostraba capas de diversos colores y la atmósfera daba la sensación de ser muy densa y baja. Tenía tonalidades rojas, amarillas, azules y verdes. En primer plano y aparentemente muy cerca de ellos se alzaba una figura de estatura media, cubierta de una hopalanda con capucha. Su rostro era completamente humano, si bien sus ojos eran rosados, y el ser parecía tener muchos años. La figura sostenía un objeto redondo que emitía un brillo ora rojo ora amarillo. Sus acompañantes  pidieron a John que tocase aquella bola, y él así lo hizo. Una extraña sensación ascendió por su brazo. (No recuerda que le explicasen quién era aquel personaje ni qué significado tenía la bola, pero cree que significa la desaparición de la energía planetaria. John considera un privilegio que le dejasen ver lo que sin duda para ellos es algo sagrado. Pero sí está seguro de que sus tres acompañantes no estaban de acuerdo acerca si debían mostrárselo o no.)
Después de que John hubo tocado la bola, el «jefe se volvió hacia él y le dijo que ya era hora de marcharse. Luego le dijo que volverían a verse, y al instante siguiente John se encontró dentro de su automóvil. Éste dio una brusca sacudida, y se puso en marcha. Esto es todo cuanto recuerda John acerca de su estancia en la nave. Más adelante comentaremos algunos datos que le dieron sobre el sistema de propulsión de la nave, y sus  «bases» en la Tierra. En cuanto a Elaine, su relato es muy similar al de John, si bien ella recuerda claramente que su hijo Kevin estaba con ellos en el «balcón». Es más luego se resistió a que uno de los «examinadores» se llevase al muchacho de su lado, cuando todos entraron en la «sala de reconocimiento». Por supuesto, Kevin no ha sido hipnotizado, por voluntad expresa de sus padres, y así de momento no conocemos su versión del suceso. Quizá cuando sea mayor de edad, y por propia voluntad, desee entonces ser sofronizado.

Elaine sufrió también un completo reconocimiento físico por dos de los examinadores «monstruosos». Prestaron una atención particular a su costado izquierdo, aproximadamente en la región renal. Terminado el reconocimiento y provista de una vestidura similar a la que llevaban las entidades, una de ellas preguntó a Elaine, ya en otro lugar de la nave, si le gustaría ver dónde ella (Elaine) vivía. Al contestar ésta afirmativamente, se abrió una ventana o una puerta su derecha, por la que pudo ver el cielo estrellado.
El ser le indicó una estrella, y le dijo que ella vivía allí. La “estrella” se fue haciendo mayor, hasta que Elaine la reconoció:
¡Era la Tierra!, con sus masas de nubes, sus mares y sus continentes.-La imagen siguió agrandándose, hasta que se distinguió claramente la Gran Bretaña. Luego apareció el estuario del Támesis, y luego luces, casas y calles iluminadas. «Aquí es donde tú vives», le dijo el ser. Elaine no sabía si era una imagen proyectada, o una vista telescópica, o si efectivamente fueron desde el espacio hasta Aveley.


Elaine también fue invitada a tenderse en un diván, para que le fuesen proyectadas imágenes en rapidísima sucesión. Comentando esto, dijo: «Era como si me metiesen de golpe todo el contenido de una enciclopedia en la cabeza... » De todo ello, Elaine sólo recuerda claramente un mapa de nuestro sistema solar... con once planetas en vez los nueve que conocemos...
También mostraron a Elaine el holograma con el anciano, la ciudad y la bola luminosa, y la invitaron igualmente  a tocarla, mientras ellos le decían: «De aquí es de dónde  venimos -o vinimos-; ésta ·es la semilla de vida, nuestro  pasado y vuestro futuro, nuestra existencia toda.  Acepta esto de nosotros para ti, para tus hijos y para tus semejantes.»
Elaine recuerda haber visto a John y a Kevin tocando también la bola, como hizo ella. El relato de John termina después del episodio del holograma, pero el de Elaine -recuerdo aquí que éste fue hecho  por ella en estado vigil, no en hipnosis como John, lo que ocurrió fue que las palabras de su marido actuaron como desencadenantes de sus recuerdos suprimidos- continua.
 Elaine, por ejemplo, recuerda haber bebido un buen sorbo  de líquido de un bol que le presentaron. No recuerda lo que era ni el sabor. Antes, uno de los seres le había hecho oír una música dulce y extraña; luego vio al coche descendiendo por una rampa, con John a un lado del vehículo.
 Ella estaba al lado opuesto, acompañada por el “jefe”. Éste se llamaba Lyra, según le dijo el «músico». En cuanto al músico, su nombre era Ceres, según le dijo el “jefe” . A continuación vio cómo su marido se metía en el coche  -donde estaban ya los niños- y el vehículo se dirigió hacia una de las paredes del hangar, a través de la cual se «desmaterializó». Al notar su preocupación, el “jefe” dijo a Elaine que ya los alcanzaría, como así fue. Ella recuerda haber visto el coche correr por la carretera, entre los bosques. Entonces ella se metió «en marcha» en el vehículo, y cerró la puerta, observando al mismo tiempo que la luz estaba encendida. Se produjo entonces el retorno a la «normalidad» con el lapso inexplicable de tres horas.



Información sobre la nave y las bases

Quien más información de carácter «técnico» recibió fue John. Así, por ejemplo, sus captores le dijeron que tenían un computador orgánico que controlaba la nave cuando hacía falta. (Esto, en respuesta a una pregunta de John sobre si tenían computadores, que pareció hacerles mucha gracia.)
En cuanto a la comunicación, para efectuarla con nosotros ellos utilizan nuestras propias palabras, que captan en nuestra mente. Entre ellos, la comunicación no es oral, sino telepática a un nivel avanzadísimo. Esto les permite intercambiar el equivalente a mil fonemas en una fracción de segundo.
Cuando se establece contacto con un ser humano, su cerebro es sondeado para ver si habrá aceptación a nivel emocional. Entonces le proyectan la imagen que consideran más adecuada a su nivel mental y emocional. Después ésta se convierte en la imagen-guía, a la que hay que atenerse en lo sucesivo.
En cuanto a los «examinadores» (Elaine cree recordar que los seres altos se referían a ellos por un nombre colectivo: los «Sebatin» o algo parecido), y respondiendo a la pregunta de John sobre quiénes eran y por qué eran diferentes, le respondieron: Como vosotros, ellos también de un diferente período temporal.” Y cuando Elaine se manifestó asustada por su aspecto repelente, le dijeron: No te preocupes: ellos tienen más miedo de ti que tú de ellos.” A John le dio la impresión de que los «feos» eran simples estudiantes o aprendices, especializados en medicina y en labores más o menos serviles. Esta seguro de que proceden de un planeta distinto al de los «altos», en cuanto al interior de la nave, estaba todo él bañado en una luz grisácea-blanquecina, uniforme. El material de las paredes parecía ser una curiosa mezcla de metal y plástico (probablemente no era ninguna de ambas cosas).


Estos detalles coinciden notablemente con las descripciones dadas por Julio F. (ver más adelante) que, por supuesto, desconocía por completo el caso Aveley.
En  cuanto a la propulsión de la nave, ésta disponía de dos sistemas: propulsión iónica para los viajes por el espacio, y propulsión magnética para el interior de la atmósfera de un planeta. La nave se halla rodeada por un campo magnético, hoy más reducido que en otros tiempos. Antes, este campo había causado muchos accidentes involuntarios las cercanías de la nave. El campo magnético puede ser también canalizado, convirtiéndose así en un arma poderosísima
, similar a la luz canalizada de los rayos laser. Ellos han empleado esta arma para destruir misiles y repeler ataques. Este potente campo magnético que emplean les sirve también  para efectuar una distorsión óptica, cuando lo creen  necesario, e incluso para hacerse invisibles. Asimismo, para proyectar falsas imágenes holográficas inmateriales a un punto determinado.

En cuanto a sus bases, durante la tercera sesión de hipnosis Collins preguntó a John de dónde venían aquellos seres.  Su respuesta (desconcertante) fue: “Están siempre aquí” Agregó entonces que tienen más de una base permanente.
 Al preguntarle dónde, se produjo un bloqueo total. Únicamente le dijeron que tienen bases en nuestros mares y océanos, en las zonas que nosotros llamamos “triángulos” Estas bases están ocultas bajo el mar y casi todos sus movimientos se efectúan bajo el agua. Sólo emergen al hallarse  cerca de la costa.

Resumiendo

Pese a todas las lagunas que aún presenta, el caso Avis es uno  de los casos de abducción mejor estudiados. Creo que solo le va a la zaga al español de Julio F., que más adelante expondremos y que presenta notables semejanzas con el caso inglés. Kevin, con el que Collins sólo pudo hablar dos veces, no recuerda gran cosa del incidente (pero recuerda algo). Sus recuerdos conscientes se limitan a haber ascendido hacia arriba, ya en el interior de la niebla verde.
Es curioso que un día, volviéndose hacia su padre, dijera:
“Me dieron una serie de cosas que hacer para cuando sea mayor, pero no recuerdo ni una.” En cuanto a los dos más pequeños, parece ser que permanecieron dormidos en el coche durante todo el tiempo que duró la abducción.